LO QUE EL VIENTO NO SE PUDO LLEVAR.
Media Maratón del Camino, 1-3-2020
El pasado domingo 1 de marzo hacía un viento bestial, probablemente el peor enemigo que tiene la práctica del NW. Y sin embargo para el Club Deportivo Ipar Izarra Nordic Walking Bilbao fue un día en el que pesaron con solidez circunstancias trabajadas con ilusión y tesón en los últimos 7 años.
Cuando hace 7 años Marisa Lago y Cristina Gonzalez fundaron nuestro club, no podían imaginar que unos pocos años después, un grupo de 27 personas pertenecientes al club iba a asistir, viajando juntos en un autobús, a una competición/salida popular a dos horas de Bilbao. No podían imaginar que unos cuantos participantes, ellas y ellos, iban a batirse en buena lid para quedar en tiempos y puestos del grupo de cabeza, en un pañuelo junto a competidores del más alto nivel. No podían imaginar que el segundo marchador en la categoría absoluta fuera un miembro del club, el amigo Santi. Y posiblemente no podía imaginar que socios con serios problemas de lesiones superadas a medias, iban a volver a participar, o lo harían por primera vez llenos de ilusión por compartir salida, meta y avituallamientos con los demás compañeros. Y ni en la más locas de las ilusiones, iban a haber imaginado que nos iban a dar el premio al club de fuera de la Rioja con más participantes inscritos, en una prueba de cerca de 600 !!!!
Esto es lo que ningún viento se puede llevar, la callada labor de cada día de presencia en las salidas del Active, de buenos consejos, de amabilidad sin límite y buenas maneras ante el error, de confianza en que esta actividad de individuos “raritos” que iban con palos” por la ría” tenía futuro.
El Nordic Walking ha llegado para quedarse, y con estas raíces tiene que poder crecer mucho.
Todo en aquel día fue perfecto: la quedada intempestiva un domingo en el autobús a las 07:15, el viaje que incluyó una avería en el vehículo, que nos tuvo 1 hora en Altube esperando al autobús de repuesto, la logística de nuestros compañeros que ya habían llegado a Santo Domingo el día anterior, y que nos recogieron los dorsales para llevarlos directamente a la salida de Cirueña.
Ese fue también un momento crítico. En la zona de salida saltó un ventarrón que hizo que una tarea tan simple como la de ponernos los dorsales fuese una epopeya. Por supuesto, como se está haciendo costumbre en la Media del Camino no hubo tiempo para calentar. A las 10:50 estaban montando los cajones de salida con los primeros del ranking delante, luego los federados y finalmente el resto.
Estoy federado, pero para evitar tensionar más el momento, yo me quedé bien atrás para plantear “mi carrera”. Esta vez no iba a dejarme embaucar por el afán de no perder a los de delante. Si se iban a escapar, que se fueran. Yo iba a empezar regulando. Eran 10 km con un perfil bastante quebrado, y no podía permitirme el lujo de repetir el desfonde de Miramón. El recorrido había cambiado respecto a las pruebas de otros años. El comienzo era un buen “rompepiernas”, pero lo hice controlando la respiración y las pulsaciones para “no agotar el depósito” antes de tiempo.
Aun así fui dejando atrás competidores, y al llegar al tramo de parcelarias pasé a otra fase, tanto mental como física. Por un lado la relativa protección de las edificaciones del tramo asfaltado dejó paso libre al ventarrón que nos acompañó inmisericorde el resto de la prueba. Por otra parte, en este nuevo tramo me pasaron como exhalaciones mis compañeras Izaskun, Sorkunde y Marta, de lo que me alegré, pero no me dejé arrastrar por el entusiasmo de seguirlas para no perder su tirón. A partir de ahí recorrí 4 km en tierra de nadie, totalmente solo, muchos por detrás y bastantes por delante, pensando en “dosificar la gasolina” y en no partirme la crisma con un mal traspiés de los bastones. El viento era tan fuerte que había que hacer un esfuerzo extra para sujetar los bastones para que no se cruzaran. Todavía me duelen los antebrazos del esfuerzo de control.
Se conoce que no estaba siguiendo mala táctica, porque al superar un cambio de rasante, e iniciar una nueva bajada, allá por el km 7, divisé bastante cerca a mis queridas compañeras, y al bueno de Práxedes Toledo, del Club Marathon Rioja. Como veía que todavía podía respirar, decidí ir a por ellas.
Así, paso a paso, respiración a respiración, fuimos dando toda la caña que podíamos hasta llegar a los últimos 2 km de asfalto, que, debo decir, se me hicieron más largos de lo esperado, sobre todo los últimos 300m de adoquín resbaladizo del casco viejo de la ciudad.
En esta ocasión, el fuerte viento también dificultó la labor de los árbitros, que a pesar de que no se trataba de una prueba federada, estuvieron muy encima de la prueba, dando bastantes indicaciones a los participantes y también algunas tarjetas. Está claro que el reglamento hay que cumplirlo para garantizar la limpieza de las competiciones.
En la meta volví a experimentar esa sensación mezcla de euforia, alivio por terminar el esfuerzo, satisfacción porque el esfuerzo de los entrenamientos poco a poco va dando fruto, y ganas de abrazar a las compañeras que me han inspirado en este último tramo.
Definitivamente, cuando en una prueba participas con otras personas del club, todo es mucho más bonito.
En la meta se inició la segunda parte de esta fiesta de Santo Domingo. El montaje de las copas, de los vinos, del pan preñado mientras se están dando
los premios es estupendo. Si el día acompaña, tienes la oportunidad de compartir el momento con tus compañeros y con otros competidores de otros clubs.
En esta ocasión fuimos 77. Por supuesto, el disfrute de ver tus colores (negro) en lo alto del pódium fue por dos motivos.
– Haber sido 2º en la clasificación absoluta
– Haber sido el club de fuera de La Rioja con más participantes inscritos en la prueba
Ambos son como para estar orgulloso. Pero insisto, a lo que más valor doy es a los que (no nombro, ellos saben quiénes son), están trabajando como leones para superar serios problemas físicos, y ahí están, participando tan felices, y haciéndonos felices a los demás. El tiempo se puede ir llevando las facultades físicas, pero no el espíritu de lucha y superación.
Hablando de superación, habrá que trabajar bastante pare superar el “tercer tiempo” que puede oscilar entre un par de cervezas y una deliciosa comida con 27 asistentes en el restaurante del Club de Golf de Cirueña, disfrutando y construyendo el club a la vez.
Seguro que este año tendremos un par de ocasiones más para repetir el esquema organizativo, que no puedo menos que mencionar y agradecer, en esta ocasión corresponde a nuestro angel de la guarda, Sole, que se curró la inscripción al autobús, comida, etc, todo ello llevado a cabo hasta el último detalle.
Y el día 8 a Lodosa, a saludar al amigo Jesús y a disfrutar de su segura fantástica carrera.
¡¡Qué stress !!
Eduardo Gimenez
CD Ipar Izarra Nordic Walking Bilbao.