DISFRUTANDO DE LA COMPETICIÓN

La Conquista del Castillo 2023 (Sangüesa)

Por Eduardo Gimenez, socio 18

Esto es lo que hemos hecho este pasado domingo en la prueba de la subida al Castillo de Javier desde la localidad navarra de Sangüesa. Y lo hemos hecho 9 personas del Club Ipar Izarra Nordic Walking Bilbao.

Pero lo que más me ha gustado es que, para una buena parte de las personas que han disfrutado de esta prueba, se trataba de su primera vez en competición, y por lo comentado tras la prueba, ciertamente se lo han pasado en grande.

Siempre digo que lo más importante de este deporte es pasarlo bien, da igual si lo practicas para pasear, como método terapéutico, o en cualquiera de las pruebas que se celebran a lo largo del año, sean federadas o de la modalidad “open”, o sea para personas no federadas.

El plan del día fue de lo más completo. Lo primero, viaje de un par de horas hasta Sangüesa con la expedición repartida en dos coches.

Al llegar, los trámites de recogida de dorsales en el polideportivo, e inmediatamente, desafortunadamente sin poder calentar demasiado, se dio la salida a la gente que participaba en la carrera, y 3 minutos después al grupo de “walkers”, desde las arcadas de la plaza del ayuntamiento.

La salida fue lenta porque teníamos un giro brusco a la izquierda y un estrechamiento de la calle para tomar las primeras rampas que nos iban a sacar de Sangüesa.

Esas rampas de algo así como un kilómetro fueron poniendo a cada cual en su sitio.

Había una nutrida participación de casi 100 personas, y yo había tomado la determinación de salir suave e ir estudiando la situación a ver qué estrategia adoptaba.

Estaba bastante preocupado porque todo el mundo que había hecho antes esta prueba me hablaba de una subida constante y dura.

Ciertamente constante lo es, pero al final no es tan dura porque, con excepción de la rampa de subida, y el kilómetro 5 completo, que tiene mayor pendiente, el resto es de una inclinación hacia arriba muy progresiva, que me permitió dosificarme muy bien.

Muy lejos de algunas cuestas demenciales que hay en ciertas pruebas del campeonato FEDME y otras, en las que sufro horriblemente, a diferencia de otros contrincantes más “ligeros” que suben con más facilidad que yo.

Otro de los aparentes inconvenientes que me contaban de esta prueba era el fuerte calor y la ausencia de sombras.

Este domingo hizo una temperatura de 18 grados, ideal para la práctica de este deporte, y el cielo estaba parcialmente nublado, por lo que el sol no atizaba, y además, casi en cada uno de los kilómetros de la prueba había pequeños grupos de árboles cuneteros que ofrecían una protectora sombra.

Justo en la mitad del camino se instaló el puesto de avituallamiento líquido que aproveché para afrontar el último repecho de unos 2kilómetros.

Como he dicho, desde que terminó la fuerte pendiente del principio, conseguí remontar poco a poco un montón de puestos, cosa que tuve que hacer porque salí de los últimos del ayuntamiento.

La prueba no fue arbitrada, y puede que por ese motivo, o porque entre los participantes había mucha gente que normalmente no compite en pruebas federadas, se podían observar muchas incorrecciones de la técnica que en una prueba arbitrada serían objeto de sanción.

En esta ocasión, dado el carácter popular del evento, tampoco fue un problema convivir con esta circunstancia, pero debo así explicarlo porque muchas de mis compañeras de club también observaron esas incorrecciones, y debe quedar bien claro que esimportante esforzarse en evitarlas.

Siendo esto importante, no es condicionante grave para el desarrollo de la prueba.

Sin embargo, también pude apreciar algo que sí que es grave en este deporte, y que por cierto, no fui el único en observar, porque lo he leído en la crónica de otro participante.

Durante todo el recorrido puede ver algunas personas que para no perder su posición, literalmente “trotaban”, algo absolutamente prohibido en el reglamento oficial.

Este fenómeno lo pude observar sobre todo en los últimos dos kilómetros, en los que la carretera descendía vertiginosamente hasta la meta.

Aquí vi de todo, y ciertamente que es posible ir mucho más rápido, pero aún conservando la técnica oficial.

Estoy hablando de ritmos muy cercanos a 7 minutos por kilómetro.

La verdad es que a la postre, las personas que hacen estas “trampas” en realidad se están engañando a sí mismas, porque a la que participen en una pruebe que tenga los árbitros reglamentarios, se van a ir a casa con un balde de tarjetas, y presumiblemente descalificadas.

Yo disfruté enormemente de esa posibilidad de ir ligero, pero con la satisfacción de aplicar todo el rigor en la técnica de Marcha.

Desde luego, esta es una buena ocasión para agradecer la labor que hacen las personas que arbitran estas pruebas.

Son la garantía de que se conserve la esencia de este deporte, incluso cuando es difícil dadas las velocidades que se pueden llegar a alcanzar.

La llegada a meta es totalmente increíble: sales de una curva y ves allí abajo el magnífico Castillo de Javier, y poco a poco te vas dando cuenta de que vas a terminar en uno de los sitios más impresionantes y bonitos de todas las pruebas celebradas.

Al cruzar la meta me encontré con Oscar que había llegado hacía poco, y juntos nos dispusimos a dar una merecida bienvenida al resto de compañeras del club, que una a una iban llegando a meta.

Lo más característico de esas llegadas fue la enorme sonrisa que llevaban todas, después de haber disfrutado de una prueba exigente y a la vez muy disfrutable por el paisaje y por un trazado muy variado.

Haber podido compartir estas sensaciones con mis compañeras, sobre todo con las que las vivían por primera vez ha sido un auténtico regalo, y agradezco cada reflexión y cada comentario escuchado.

Me han hecho recordar momentos felices y también me han vuelto a permitir poner en valor la práctica de este deporte, aparentemente sencillo, pero que esconde una increíble variedad de facetas que hace que cada cual pueda sacarle todo el jugo desde su propia perspectiva.

Una gozada de jornada.

El domingo fue un gran día, porque otra buena parte de las personas que formamos el Club Ipar Izarra NW Bilbao, estuvieron celebrando el Día Internacional del Nordic Walking en las instalaciones del polideportivo de Gorliz.

Lo único negativo de ello es que no pudimos estar en los dos sitios a la vez.

Pero tener la posibilidad de elegir es muestra de la vitalidad que poco a poco va cobrando este estupendo deporte.

No sabemos si el año que viene habrá coincidencia de fechas, pero me encantaría que no la hubiera para poder disfrutar de ambas experiencias, y sobre todo compartirlas con mis compañeras y compañeros del club.

Y compartir es lo que hicimos en el “tercer tiempo” aprovechando las posibilidades turísticas y gastronómicas que nos ofrecían Sangüesa y Javier.

Desde mi muy personal punto de vista, también esta última parte es Nordic Walking, y es para disfrutarla tanto como la de la versión con bastones, o si cabe un poco más.

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