(Prueba de Nordic Walking en la 21 Media Maratón de Burgo de Osma)
Eduardo Gimenez
CD Ipar Izarra Nordic Walking Bilbao (Socio 18)
Calor meteorológico y calor humano. Son dos aspectos de la misma sensación que he experimentado en estos dos días en El Burgo de Osma con ocasión de la participación en la prueba de Nordic Walking celebrada junto a la 21 Media Maratón de esa preciosa localidad soriana el pasado sábado 9 de julio.

El calor ambiental ha sido intenso, al menos para realizar ejercicio físico. Simplemente diciendo que en el momento de la salida de la prueba teníamos 37ºC es suficiente.
Del calor humano experimentado en estos dos días también puedo decir que ha sido intenso. No por menos esperado, el tiempo que he pasado con mis compañeros del club Ipar Izarra Nordic Walking Bilbao ha sido inmejorable. Y el reencuentro con competidores de otros clubs ha sido de nuevo una gozada.
El viaje lo hicimos el sábado parando a comer en Aranda de Duero. Allí, algunos dimos buena cuenta de un buen asado, aunque los más prudentes y juiciosos optaron por un refrigerio más ligero pensando con toda lógica en la competición de la tarde. Yo no fui de los juiciosos y disfruté de un delicioso “cachopo castellano”.
Llegamos a Burgo de Osma a las 16:30, y rápidamente nos refugiamos en el hotel para escapar del “horno” que había en la calle. A las 18:00 salimos a “aclimatarnos” y a calentar a la espera del “briefing” que tuvo lugar a las 19:00, impartido por Andrés Hidalgo, “Qanzio”, colaborador esencial de la prueba de Nordic Walking. Tras el briefing seguimos calentando hasta las 19:30 cuando dio la salida de la media maratón. Unos minutos después se dio la salida a la prueba de Nordic Walking.
Una salida absolutamente modélica. Fue así planeada por la organización, ya que los primeros 400 metros el piso de baldosa de las calles aledañas a la plaza mayor es particularmente resbaladizo, y la directriz era salir despacio hasta llegar a los adoquines y posteriormente al asfalto, donde ya agarraban bien los tacos y se pudo iniciar el ritmo de competición.
Allá arrancamos a todo lo que daba el fuelle, y el fuelle me dio para unos 2 kilómetros. Al ritmo endiablado que marcaban los de delante, me llegó el “muro” cuando todavía no habíamos salido del casco urbano. Tuve que hacer un gran esfuerzo de concentración para recuperar el ritmo de respiración, y esto ocurría mientras iniciábamos el “primer largo”, al lado del rio Ucedo.
Fuera ya del casco urbano, y a la sombra del acantilado oeste que a esa hora ya protegía al río del sol que poco a poco iba cayendo, la temperatura empezaba a acercarse a algo soportable, aunque la sensación de boca y garganta seca como estopa era bestial. Y aunque en una prueba de 8 kilómetros normalmente no suelo hacer uso del avituallamiento, el sábado utilicé todos los puestos de agua que, atendidos por un pequeño ejército de chavales y chavalas voluntarias, consiguieron que no pereciera en el intento. Conté hasta 6 puestos en el recorrido y además uno con una manguera a modo de ducha que usé con alivio en el tramo de vuelta al casco urbano. La subida al puente se me hizo interminable pero me sirvió para recuperar el resuello y afrontar con cierta dignidad la vuelta a la ciudad.
En ese tramo empezaban a pasarnos los corredores de la media maratón que ya estaban por su segunda vuelta al circuito. En el caso del Nordic, dado que las posiciones estaban ya bastante consolidadas, salvo desfallecimiento las distancias con los rivales se mantenían más o menos constantes. Esa circunstancia y el brutal calor hacían el recorrido particularmente duro.
Al final del tramo largo cruzamos el río y tomamos el segundo tramo largo en el que pude disfrutar de verdad del precioso paisaje, y además centrarme en el esfuerzo de la marcha estableciendo objetivos de dar alcance a otros competidores. En los 3 últimos kilómetros, ya repuesto pude intensificar la marcha y obtener unos parciales bastante mejores.
Y cuando crucé la meta, 1 hora y 10 minutos después de la salida es cuando el calor humano se evidenció con más intensidad. A la estupenda labor de los “ángeles del agua” se sumó la amabilidad de las personas voluntarias del recibimiento en meta entregando la medalla de “finisher” y una bolsa de avituallamiento a añadir a la espléndida bolsa del corredor que nos habían dado en la recogida de dorsales.
La labor arbitral fue intensa. Se planteó un reglamente específico, utilizado en Italia, y que fue aplicado con rigor. Esto contribuyó a que se produjeran saltos en las clasificaciones debido a las penalizaciones por tiempo aplicadas por las distintas faltas. Nada nuevo bajo el sol, todas ellas relacionadas con la realización incorrecta de la técnica. Es bastante obvio que la técnica es un concepto que determina la manera correcta de practicar este deporte. Cada cual tendrá su opinión, pero en cada prueba se requiere el cumplimiento del reglamento que define esa manera correcta de marchar. Creo sinceramente que es importante que entre todos, competidores y árbitros trabajemos para que su aplicación contribuya al progreso y evolución del Nordic Walking.
La entrega de premios fue simpática y con mención especial al Nordic Walking, con la presencia del gran atleta Abel Antón lleno de simpatía para cualquier participante que quisiera hablar con él.
Después de la entrega de premios, todos los participantes que lo desearan se encaminaron al “edificio polivalente”, donde se había dispuesto un opíparo ágape. Allí pudimos comentar las incidencias de la prueba y tomarnos el tiempo para charlar tranquilamente con los compañeros del club y de otros clubs que habían participado.

Cuando la cena terminó, la noche era espléndida con unos buenos 24 grados que invitaban a continuar el rato en alguno de los establecimientos cercanos a la Plaza Mayor donde había un buen sarao de música y baile.
El domingo fue de relax con turisteo por Osma, aperitivo, comida y regreso a casa, unas 3 horas de coche.

Escasas 36 horas de viaje, y parecía que llevábamos una semana fuera. Esta es otra de las grandes virtudes de esta actividad, que te ofrece múltiples ocasiones, en competición o en salidas no competitivas, por lugares espectaculares, y lo más importante, compartiendo esta afición con otras personas, igualmente enganchadas a este sanísimo vicio.
El próximo año será la X Edición de la prueba de Osma, y será posiblemente especial. Aunque cada vez que cojo los bastones, y arranco con un camino, es casi como si fuera la primera vez que lo hiciera. Curioso misterio que tiene este deporte…